domingo, 2 de septiembre de 2007

Obsesiones de una puerta cerrada.

No puede dejar de pensar lo no pensado,
de recordar lo no vivido,
de no entender lo anesteciado.

No puede dejar de reirse de las palomas,
de llorar el otoño,
de corregir su pelo.

No puede dejar de roer los bordes,
de privar de libertad a la música,
de sentirse extraña en los no-finales.

No puede dejar de morder su cola.
No puede dejar de enfrentarse a la oscuridad.

No puede dejarlo.

Ella cerró la puerta. Él se sacó la remera.
Ella cerró la ventana. Él se sacó las medias.
Las cortinas y las persianas,
y su piel y las sábanas se hicieron amigas.
Ella sonrió (Le gusta jugar)
Él la miró (Le gusta jugar)

No puede dejar de querer arrancarle la piel y usarla de frazada.

1 comentario:

ton dijo...

este me encantó